Julius Van Daal (a modo de epílogo)

(…)

En un mundo sin dinero y sin propiedad privada ni estatal, la esclavitud asalariada será suplantada por una actividad humana autónoma orientada hacia el juego y la comunidad. El amargo recuerdo de las humillaciones del salariado, no menos que la imprescindible vigilancia de los emancipados, impedirá que reaparezca. Comerciar con los frutos del esfuerzo y de la imaginación será tan intolerable como inviable. El reparto sustituirá al intercambio y el don al comercio. La riqueza, nacida del buen hacer y del saber estar, dejará de medirse y brotará de la intensidad de los momentos vividos. En este mundo sin hipermáquinas ni megaestructuras, en el que toda tecnología engendrada por la búsqueda de poder y de la rentabilidad estará proscrita, la actividad humana no conocerá otro límite que el respeto absoluto por el medio ambiente que comparte toda la humanidad, pues la naturaleza será universalmente reconocida como la verdadera comunidad de las comunidades.

 

(Extraído del epílogo de Julius Van Daal a la obra «la abolición del trabajo de Bob Black)